Con el solsticio invernal termina el otoño y comienza la nueva estación: el invierno.
La energía que ha ido descendiendo hacia la tierra e interiorizándose durante el otoño, llega, con el invierno, a su momento de máxima concentración y máximo recogimiento. Momento a partir del cuál, volverá a expandirse hacia arriba y el exterior.
El solsticio de invierno marca ese momento de máxima concentración de la energía. Y, también, el de comienzo de la nueva expansión. Es un punto de inflexión; es justo el momento del cambio.
Ese día tiene la noche más larga del año. Por tanto, es el día con menos horas de luz solar. Pero también, es el día en que la luz regresa de nuevo…
Es el Yin máximo que, al saturarse, se transforma en Yang… La oscuridad máxima que se transforma en luz… El Yang que surge del Yin y comienza su ascenso.
Con el solsticio de invierno se pone fin a un ciclo y se da comienzo a otro.
Y es, en el invierno, cuando se gesta la semilla de lo que ahora empieza…
el invierno: energía Agua según la teoría de las Cinco Fases de la MTC
El invierno corresponde a la Fase Agua, una de las cinco que componen la teoría de las Cinco Fases de la Medicina Tradicional China (MTC).
En esta Fase de las cinco, la Energía o Qi, presente en toda la Naturaleza, se concentra en el interior hasta su saturación, momento en que vuelve a brotar hacia el exterior, dando así comienzo a un nuevo ciclo.
Concentración, quietud, frío, oscuridad… son todas ellas características del invierno y cualidades de la Fase Agua.
Desde el solsticio de verano, la energía ha estado en continuo movimiento hacia el interior y descendiendo hacia la tierra. Con el objetivo de renovarse y nutrirse para dar comienzo, en el solsticio de invierno, a un nuevo ciclo vital.
A partir de este momento, la energía vital irá ascendiendo, poco a poco, hacia la superficie. Y brotará al exterior en primavera.
Pero, hasta entonces, se encuentra recogida en el interior. Nutriéndose y creciendo… Como el feto en el vientre de su madre, o la semilla en el interior de la tierra…
las cualidades de tu energía en invierno
El invierno, con su tiempo frío y días cortos, te invita a descansar, reposar y mantenerte a resguardo.
Tu energía vital, en invierno, se concentra en lo más profundo de tu organismo para renovarse… Es tiempo, pues, de mantener a buen recaudo y “no derrochar” esta energía… Y de nutrirla. Pues la necesitarás para crear, vivir y disfrutar de una primavera y un verano en todo tu esplendor.
Esta es la mejor estación, entonces, para nutrirte en profundidad, aprovechando lo que la Naturaleza nos ofrece en esta época. Con nutrientes que te van a aportar energía y vitalidad.
Y no sólo a nivel físico sino también a nivel psicoemocional. Pues esta época del año favorece la introspección y el acceso a las capas más profundas del ser.
El invierno, como energía de Agua, favorece la interiorización y el encuentro contigo mism@.
Es pues, buen momento para iniciarte en la meditación, si aún no la practicas. Y es propicio para volver la mirada hacia tu interior, hacia lo más profundo y recóndito de tu ser, sin temor… Para descubrirte, comprenderte y amarte, y así, poder descubrir y comprender después al otro.
Y en esa quietud y soledad, afirmar tu ser, integrando consciente e inconsciente. Pues tanto la luz como la sombra te conforman…
Buen invierno.