Es creencia general que la solución al estrés está en relajarse y ya está.
¡Aunque conseguirlo no es tan sencillo como parece al decirlo!
Lo que lleva a muchas personas a buscar métodos que permitan lograrlo y, si es posible, sin hacer grandes esfuerzos. Y, posteriormente, a desilusionarse cuando no consiguen su deseado objetivo final.
La relajación es importante y muy necesaria para reducir la secreción extraordinaria de los mediadores de estrés (adrenalina y cortisol principalmente) y con ello aliviar los síntomas consecuentes. En especial en esas ocasiones en que te ves sometida a altos niveles del mismo y de forma prolongada.
Así como para conseguir rebajar la actividad del sistema nervioso de alerta y del estrés y propiciar la toma de control por parte de la corteza cerebral, donde se procesa el pensamiento racional y consciente.
Pero -siento decirte que- solo relajarte no es suficiente para manejar el estrés y evitar que éste controle tus decisiones y domine tu vida.
Porque la relajación, por si sola, no resuelve lo que te causa estrés ni te hace fuerte frente al mismo.
Es una ayuda y un paso fundamental y necesario, no cabe duda. Pero tiene que ir acompañada de algo más.
Y ese algo más, son los pasos siguientes:
1. Conocer lo que te estresa e identificar por qué te estresa
Porque si no conoces lo que te estresa difícilmente vas a poder afrontarlo ni darle solución o resolverlo.
Ni tampoco podrás descubrir la causa por la que eso te estresa. Que es donde está el quid de la cuestión.
Pues esta causa primera es la llave para lograr reducir poco a poco tu sensibilidad al estrés, hacerte más fuerte frente al mismo y prepararte para similares circunstancias futuras.
Solo existen cuatro causas de estrés, según los científicos que estudian el estrés humano. ¡Así que no está tan difícil descubrirla! Y se trata de factores psicológicos que están presentes en tu forma de percibir o de interpretar una determinada situación.
Pueden estar presentes uno o varios de los cuatro.
Y puedes descubrirlo(s) solamente si conoces cuál es la situación, circunstancia, persona, acontecimiento, etc., que te estresa.
2. Conocerte a Ti misma
Esto es, conocer cuánto eres de sensible al estrés y por qué.
Conocer cómo piensas y cómo ves el mundo. En qué basas tu percepción y tu interpretación de lo que sucede.
Descubrir cuáles son tus recursos y tus capacidades, los que utilizas y los que tienes ahí olvidados. Y los que puedes desarrollar y adquirir.
Conocer cuál es tu actitud ante las adversidades y cómo actúas en general frente a ellas. Si reaccionas de forma automática o, por el contrario, decides con consciencia.
Y cómo y en qué medida te afecta el estrés. Y descubrir qué puedes hacer para afrontarlo y manejarlo en base a lo que conoces de Ti misma y de lo que te estresa.
3. Reforzar tu estabilidad interior y desarrollar tu capacidad de adaptación
Porque tanto la estabilidad interna como la flexibilidad son indispensables para que puedas afrontar los cambios y las adversidades con seguridad, confianza y determinación.
Lo bueno es que según aprendes a analizar lo que te sucede para descubrir lo que te estresa y cómo solucionarlo y te vas conociendo mejor a Ti misma, tu capacidad de adaptación se va desarrollando poco a poco y te vas haciendo más estable frente a los cambios en tu vida.
Estos 3 pasos son interdependientes. Cada uno de ellos facilita los demás. Y son necesarios para lograr poco a poco y de forma eficaz reducir y manejar el estrés y evitar que éste controle tus decisiones y tu vida.
Los tres, junto con técnicas para relajarte y disolver tensiones, son claves fundamentales del método que aplico en el programa-mentoría individual Maneja y Reduce el Estrés para ayudarte a afrontar los cambios y las adversidades con calma, confianza y determinación.
Contacta conmigo si quieres que te ayude a conseguirlo o deseas más información.