Sin un buen apoyo y una estructura adecuada ninguna construcción puede mantenerse mucho tiempo en pie. Pues al mínimo empuje o movimiento esa construcción se vendría abajo.

Y lo mismo nos pasa a nosotros.

La estabilidad es fundamental en la vida. Más aún ante los cambios y adversidades que nos descolocan.

Pero debe ser firme de antemano. Si no, es preciso reforzarla.

Y debe asentarse en lo que realmente proporciona estabilidad y equilibrio.

Pues cuando las adversidades y los cambios llegan y con ellos el estrés, nos empujan hacia el desorden y hacia el desequilibrio, poniendo aquéllos a prueba nuestra estabilidad y dificultando nuestra resistencia a sucumbir.

La estabilidad se mide en función de la capacidad que tenemos de afrontar y superar los envites de la vida sin rompernos por dentro, además de salir fortalecidos por ellos.

Es la fuerza interna que nos permite adaptarnos, realizar los cambios necesarios, seguir con nuestro desarrollo como individuos aprendiendo de cada experiencia y salir renovados de ella.

Es a lo que en psicología se le conoce como resiliencia.
Que, curiosamente, es el mismo nombre que se le da en el mundo de la ingeniería a la capacidad de un material de recuperar su estado y forma originales después de ser sometido a una fuerza o tensión que lo deforma.

Todos los materiales tienen un límite elástico a partir del cual ya no pueden recuperar su forma original y pueden romper. Este límite elástico se tiene en cuenta a la hora de hacer cálculos estructurales para valorar la resistencia y la estabilidad de una estructura.

De esta imagen ingenieril podemos hacernos una idea muy gráfica de a qué se refiere la resiliencia. Ya que, precisamente, es esa elasticidad o ese rango de movimiento en la deformación, la clave de la misma.

Pues la estabilidad o resiliencia no es para nada sinónimo de rigidez. Más bien se trata de tener posibilidad de movimiento que permita adaptarse y mantener el equilibrio sin sucumbir.

Te proporciona estabilidad todo aquello que te mantiene enraizada y te aporta seguridad aún en los momentos de mayor incertidumbre y cambio.
*** Aunque con un matiz: y es que eso que te proporciona estabilidad NO debe ser causa de desestabilidad a su vez.

• La estabilidad se fundamenta en el SER y no en el TENER o en la posesión. En los recursos propios y no en los recursos externos. Y en tu fuerza interior.

Porque lo que tienes o posees lo puedes perder y, por tanto, perder con ello parte de tu estabilidad. Puede ser útil como refuerzo momentáneo, pero no contribuye a una estabilidad duradera.

Sin embargo, lo que desarrollas e integras forma parte ya de tu esencia, forma parte de Ti y, por definición, no puede serte arrebatado.

*** Si cultivas, desarrollas y manifiestas eso que eres o serás, tu estabilidad será fuerte y permanente.

• Asimismo, la estabilidad requiere tomar el mando de tu vida, de tus proyectos, decisiones y acciones. ¿Cómo puede ser un barco estable en medio de una tormenta sin un capitán al mando?

Pues si estás con frecuencia a merced o a la espera de lo que quizás suceda, de los dictados de otros, de lo que hagan, de sus deseos, de lo que quieran para Ti, etc., es fácil que caigas en el estrés y muy difícil que logres estabilidad.

*** Cuanta más dependencia y más dejarse llevar, menos estabilidad, menos resiliencia y más estrés.

• De igual forma, centrarte en el ahora y estar presente contribuye a construir y reforzar tu estabilidad.

*** Porque la estabilidad se cimenta en lo que es posible ahora.

No es ni está en un pasado que ya fue y que no puedes cambiar, ni en un futuro incierto que aún no existe. Es ahora el momento de dejar de sufrir y vivir por lo pasado o lo perdido, aprender de ello y comenzar de nuevo. Y es ahora el momento de sembrar si mañana quieres cosechar.